Durante la enfermedad de mi padre le leí a menudo un trozo del libro “La Rueda de la Vida” de la doctora Elisabeth Klübler-Ross. Transcribo a continuación unos párrafos que me han permitido abrir una ventana al cielo en esos momentos tristes por la clara percepción de la inminente partida.
1. La vida en el cuerpo físico es un período muy corto de la existencia total.
2. Cuando hemos aprobado los exámenes de lo que vinimos a aprender a la Tierra, se nos permite graduarnos. Se nos permite desprendernos del cuerpo que aprisiona nuestra alma como el capullo envuelve a la futura mariposa y cuando llega el momento oportuno podemos abandonarlo.
Entonces quedamos libres de dolores, temores y preocupaciones tan libres como una hermosa mariposa que vuelve a casa, a Dios, que es un lugar donde jamás estamos solos, donde continuamos creciendo espiritualmente, cantando y bailando, donde estamos con nuestros seres queridos y rodeados por una amor imposible de imaginar.
3. No hay que tener miedo, no hay ningún motivo para tenerlo si recordamos que la muerte no existe. En lugar de tener miedo conozcámonos a nosotros mismos y consideremos la vida como un desafío en el cual las decisiones más difíciles son las que más nos exigen, las que nos harán actuar con rectitud y nos aportarán FUERZAS en el conocimiento del Ser Supremo.
4. Las casualidades no existen, todo lo que nos ocurre en la vida ocurre por un motivo positivo.
Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos e los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus formas.
5. Cuando estoy en la transición de este mundo al otro, sé que el cielo o el infierno están determinados por la forma como vivimos la vida en el presente. La única finalidad de la vida es crecer. La lección última es aprender a amar y ser amados incondicionalmente.
6. En la tierra hay millones de personas hambrientas, que están sufriendo injusticias que reclaman comprensión y compasión. Escuche esas llamadas, óigalas como si fueran una hermosa música. Les aseguro que las mayores satisfacciones en la vida provienen de abrir el corazón a personas necesitadas. La mayor felicidad consiste en ayudar a los demás.
No se puede sanar el mundo sin sanarse primero a sí mismos.
7. Todas las personas procedemos de la misma fuente y regresamos a esa misma fuente.Todos hemos de aprender a amar y ser amados incondicionalmente.
Todas las penurias que se sufre en la vida, todas las tribulaciones y pesadillas, todas las cosas que podríamos considerar castigos de Dios, son en realidad regalos. Son la oportunidad para crecer que es la única finalidad en la vida.
Cuando nacimos de la fuente a la que yo llamo Dios, fuimos dotados de una faceta de la divinidad, eso es lo que nos da el conocimiento de nuestra inmortalidad.
8. Debemos vivir hasta morir.
Nadie muere solo.
Todos somos bendecidos y guiados.
Es importante que hagamos solamente aquello que nos gusta hacer, y al final de nuestros días vamos a bendecir nuestra vida porque hemos hecho lo que vinimos a hacer.
La lección más difícil es aprender el amor incondicional.
9. Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la vida. Todo depende de cómo hemos vivido.
La muerte es sólo una transición de esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustias.
10. Todo es soportable cuando hay amor.
Mi deseo es que usted traste de da más amor a más personas.