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La transición del mundo antiguo al nuevo, y el papel del Cristo en la mismaMargarete van den BrinkTraducido por Karina Zegers de Beijl La transición del mundo antiguo al nuevo hace que nuestro tiempo se caracteriza por varias crisis. Estas crisis no se limitan a España, Holanda o Europa, sino que se producen en el mundo entero. Las crisis no vienen por separado, sino que suelen manifestarse con varias a la vez. Así que distinguimos la crisis climática, una crisis ecológica, una crisis política y de liderazgo, y también una crisis cultural o social. Aparte de estas, sabemos que muchas personas encima están experimentando una crisis religiosa o de fe. Todas estas crisis juntas nos llevan a otra: una crisis de confianza. Ya que, ¿a dónde vamos con todo esto? ¿Significa esto el fin? ¿Qué me queda, o quien, para poder confiar en él o ella? Múltiples profetas, pensadores y autores pertenecientes a diversas corrientes y tradiciones ideológicas, indican que estamos caminando hacia una crisis mundial cuya única solución radica en transformaciones y cambios radicales. Rudolf Steiner lo mencionó en sus conferencias. Jiddu Krishnamurti habla sobre ello en sus conferencias que están publicadas en el tomo Un mundo en crisis, vivir en tiempos inseguros. También, en cuanto a investigadores contemporáneos, tenemos a Ervin Lázló con su obra ‘El cosmos creativo'. Existen muchas personas que creen que, para solucionar la crisis actual, bastaría con la realización de determinados cambios en unos cuantos sistemas principales, ya que ya disponemos de la tecnología necesaria para realizar una sociedad sostenible. Lo único que nos falta es su aplicación. El punto crucialSin embargo, la cuestión no es tan simple. La tradición esotérica nos cuenta que estas crisis forman parte de un proceso de cambio y de transformación considerablemente mayor –tratándose de nuestro mundo y la humanidad entero-. Lázló, por ejemplo, nos dice que nos encontramos cerca del ‘punto de caos', el punto en que el mundo entrará definitivamente en una nueva fase de desarrollo. Una nueva fase que, o bien nos llevará a una continuación de la destrucción ya en marcha, o bien nos presentará con una apertura hacia maneras completamente nuevas de funcionar. También tenemos a Rudolf Steiner que nos dice que nuestra evolución ha llegado a un punto crucial. En nuestra época, dice, vemos como el mundo antiguo, una era de evolución antigua, se está llegando a su fin, a su conclusión. (1) Este mundo antiguo nos hizo ser los seres humanos tal como somos en la actualidad: personalidades autónomas con una individualidad propia o autoconocimiento. Ahora que esta era ha cumplido con su tarea evolutiva de la humanidad, esta empieza a perder fuerza para acabar desapareciendo. Al mismo tiempo sin embargo, continua Steiner, existe un mundo naciente que va ganando fuerza. Este nuevo mundo, esta nueva evolución, tiene su punto de partida en el interior, en nuestros corazones, los corazones de los seres humanos, y procede del mundo espiritual que vive en nuestro interior. Nace de nuestro Yo espiritual que forma parte del mundo espiritual, y que en estos tiempos está naciendo en nuestro yo, en nuestra personalidad. El enfoque en el propio ego-yoEl mundo antiguo, que hizo que aterecíamos en la tierra hasta obtener una responsabilidad individual, nos trajo riqueza material y evolución. La condición terrenal sin embargo, hizo que nos fuéramos enfocando cada vez más en nuestra propia persona, en nuestro ego-yo. Esto nos llevó a un egocentrismo en que el mundo exterior y espiritual cada vez tenían menos influencia, nos llevó al egoísmo, al materialismo y a la codicia. Son estos tres –egoísmo, materialismo y codicia- que al final fueron los causantes de las crisis a las que ahora nos estamos enfrentando. Basta recordar el proceso de la crisis financiera y de la crisis del euro de hace algún tiempo, o, actualmente, la crisis climática y la crisis ecológica. Basta abrir cualquier periódico o revista para poder leer sobre cómo hemos a llegado a este punto. Todas estas crisis pertenecen al mundo antiguo, a ese mundo en declive que está encaminado hacia su fin. Son el fruto de una forma de pensar que se caracteriza por su unilateralidad y materialismo. Esta forma de pensar no concuerda con aquello que quiere nacer en nuestro tiempo, y por tanto su efecto es destructivo. De la misma manera podemos considerar la actual crisis de las diferentes religiones como síntoma de un mundo antiguo en proceso de transición al mundo nuevo. Allí dónde se produce inflexibilidad en forma de dogmas que atan a los creyentes a la autoridad eclesiástica y donde el ser humano como individuo libre en cuyo interior quiere nacer el espíritu, no es bienvenido, esa religión se está muriendo. En este sentido pertenecen al mundo antiguo y tendrán que desaparecer. El nacimiento de una nueva culturaEl nuevo mundo nace porque las personas, en su propio camino vital, se hacen preguntas, buscan respuestas y pasan por procesos de transformación y, como consecuencia de esto, empiezan a ver las cosas de una manera distinta, comienzan a pensar de una manera diferente y harán las cosas como no las hacían antes. De allí que tanto Lásló como Steiner y Krishnamurti, no dejan de hablar de la importancia de una manera nueva de pensar. De observar las cosas y la realidad con ‘ojos nuevos', con una mirada nueva. Buscar el verdadero sentido de la vida y dar forma a la misma. Esta nueva conciencia, resultado de transformaciones interiores, se está produciendo en todo el mundo. Nos lleva al nacimiento de una nueva cultura. Esta nueva cultura es creada por seres humanos que saben conectar con sus emociones, que piensan sobre sus creencias, que toman decisiones conscientes, que reconocen sus propios valores y que relacionan y colaboran de una manera consciente son otras personas y con la naturaleza. Desde la separación hacia la uniónUna investigación realizada en el año 2000 por sociólogo Paul Ray – “The cultural creatives; como 50 millones de personas están cambiando el mundo” – demuestra que estas personas, los ‘creativos culturales', forman un 26% de la población mundial. En Europa incluso parece ser un 30 á 35 por cien. Su número está creciendo de manera rápida. Lo que determina este colectivo son sus valores como simplicidad, sostenibilidad, espiritualidad y consciencia social. En su libro ‘El cosmos creativo', Lázló describe los determinados cambios que según su observación se están produciendo en la consciencia y el comportamiento de estas personas. En lugar de buscar la competencia y la rivalidad, de enfrentarse y luchar por ser el mejor, estas personas buscan la colaboración y la conexión. En lugar de obedecer ciegamente a una autoridad exterior, confían más en su propia autoridad, su sabiduría interior. Pero casi lo más importante, constata, es que se está produciendo un cambio desde el estar separados hacia el estar unidos, o bien, el reconocimiento del hecho que estamos unidos con todos los aspectos de la vida y de la realidad con la unidad más grande: la humanidad, la tierra, el cosmos y todo que está vivo. Despertar del espíritu interiorEn este proceso de la activación de la consciencia, del cambio paulatino dentro del ámbito cultural, podemos observar literalmente como este despertar del espíritu del los seres humanos funciona. Ya que esta nueva consciencia que produce estos cambios en los comportamientos y que encuentra respuestas creativas ante los problemas actuales, nos es dado por el espíritu interior. Si gana el nuevo mundo, entonces tendremos futuro como humanidad y como planeta tierra, y en este caso veremos una continuación de nuestra evolución. Ahora, mientras que no gane, seguirán avanzando la destrucción y el descenso. Cuál de las dos fuerzas será la más fuerte, esto depende en gran medida de la rapidez en que los seres humanos nos vamos despertando espiritualmente para entrar en acción. Tres fasesDentro de este proceso de transformación global del antiguo mundo hacia el nuevo, podemos distinguir tres fases. Son las mismas fases que podemos observar en cualquier situación crítica:
Podemos reconocer estas fases en lo que vengo a describir hasta ahora. En nuestro tiempo somos especialmente conscientes del primer punto, la destrucción. Es el tono predominante que vamos encontrando, también en los medios. Generalmente las observaciones se quedan en la negatividad y muy pocas veces se habla de la visión de aquello que podemos llamar la renovación que se está vislumbrando. Sin embargo, mientras que solamente se va mencionando lo negativo, aquello que dejará de existir, y no se presta atención alguna a lo nuevo, a lo que busca nacer, se está generando una sensación de miedo. Hay muchas personas que sufren de un profundo miedo existencial. Cada persona que haya pasado por una crisis, podrá afirmarlo: el miedo existencial es terrorífico. Y lo es más aún cuando, en tu interior, escuchas una vocecita que te dice que sí, efectivamente, esto es el fin del mundo, y por lo tanto no tiene sentido alguno luchar por algo o seguir viviendo. Esta voz viene de fuerzas espirituales negativas que también viven en nosotros, en cada ser humano, cuya tarea es la prevención del nacimiento del nuevo mundo. Cuánto más fuerza tenga su trabajo, cuánto más miedosos y depresivos nos sentimos, hasta el punto en que este miedo nos paralice y dejemos de actuar. Christus Pantocrator, Aya Sofia, Istanbul Cristo – el divino transformadorPara evitar que esto suceda es muy importante entender el proceso descrito, y aprender a reconocerlo en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, más importante aun es que nos abramos hacia, y conectemos conscientemente con, las fuerzas del supremo poder divino que realiza este proceso de transformación del viejo al nuevo mundo: Cristo, el Logos Solar. Este poder lo expresa con las palabras: ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra'. (2) Y su mensaje de transformación con: ‘Mira, voy a hacer nueva todas las cosas'. (3) Esto, hacer resucitar el espíritu en las almas de la gente para, así, transformar el viejo mundo en el nuevo mundo, era el motivo por el cual vino al mundo hace dos mil años. Para realizar esta transformación pasó por el proceso de la muerte y de la resurrección en la cruz de Gólgota, así uniéndose con el interior de nosotros, los seres humanos, y con la tierra. Esta nueva unión, lo expresó con las palabras: ‘Mira, yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo'. (4) Es gracias a este hecho que la fuerza de la resurrección del Cristo vive en nuestro interior y que tengamos la capacidad de activarnos espiritualmente, que podamos encontrar soluciones creativas y que pueda nacer el nuevo mundo. Si, en nuestro tiempo, con todos sus miedos y inseguridades, no queremos rendirnos ni quedarnos paralizados, es extremamente necesario que, una vez tras otra, seamos conscientes de que todo este proceso de cambio es llevado y sostenido por la fuerza divina y la fuerza del amor del Cristo que trabaja en la tierra. Nada ocurre sin que él lo desea, por muy incomprensibles nos parezcan los acontecimientos. Confiar en la dirección divinaDe lo que se trata en estos tiempos tan inseguros, es que aprendamos confiar, sean cual sean las circunstancias, en la ayuda y guía siempre presentes del Cristo y del mundo espiritual de los ángeles, los arcángeles y jerarquías angélicos superiores. Esto significa que, cada vez que nos sobreviene el miedo, busquemos la tranquilidad, que procuremos soltar y que nos demos cuenta y que sintamos la cercanía del Cristo y de los ángeles, que quieren apoyarnos y guiarnos, dándonos la fuerza que necesitemos. Cuánto más nos conectemos con la fuerza del Amor del Cristo, cuanto más nos apoyemos en el, pidiéndole fuerza interior para nosotros mismos, para otras personas, para la humanidad, para el futuro de la tierra, cuánto menos le costará conectar con nosotros, darnos fuerza y cuánto más fácil le será realizar las transformaciones necesarias. Así se realizará el nuevo mundo. A través de nosotros, los seres humanos. Puntos:
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