Visión 

Uno de los acontecimientos más importantes de mi vida, fue el descubrimiento que las personas nos movemos en un camino de desarrollo que nos conduce a niveles siempre superiores de consciencia y de existencia. El segundo acontecimiento más importante fue darme cuenta de que, en este momento, nos encontramos en un punto crítico a lo largo de esa carretera.

Un proceso evolutivo que ha costado muchos millones de años, nos ha convertido en lo que somos ahora: una personalidad independiente, un Yo, con nuestra propia auto-consciencia. Ahora, es nuestra tarea activar el núcleo divino – nuestro ser espiritual superior – que yace dentro de este Yo personal. Puesto de otra manera: tenemos que hacer que el poder consciente de nuestro espíritu interior, rinda sus frutos. Este espíritu interior es el ser humanos espiritual superior dentro de nosotros, el cual habita en cada persona sobre la Tierra. Es nuestro ser espiritual, la imagen de Dios; lo que somos en realidad, en lo más profundo de nosotros.

El comienzo de esta búsqueda marca, simultáneamente, toda una nueva fase en la evolución de la humanidad.

La era Antigua

Podemos llamar al primer periodo, en el cual se desarrolló gradualmente el Yo, o la personalidad individual, el “Periodo Antiguo de Desarrollo”, o el “Antiguo Camino de Desarrollo”. Utilizo la palabra “Antiguo”, debido a que concierne a un mundo, y a una situación, que al día de hoy ha cumplido su tarea en gran medida y, por lo tanto, está llegando a su fin. El camino antiguo se caracteriza por el hecho de que los seres humanos, se nos guiaba desde el exterior. Esto fue necesario debido a que, en aquel momento, ni poseíamos un Yo personal fuerte, ni poseíamos una capacidad individual de juicio. Por lo tanto, las vidas de la gente estaban gobernadas por los profetas u otros líderes religiosos o civiles, y eran ellos los que nos decían cómo teníamos que vivir, qué teníamos que pensar y cómo teníamos que actuar.

En aquel mundo antiguo, éramos más parte de un grupo, que individuos. Como resultado de ser controlados desde fuera y debido a la falta de un Yo que se condujera a sí mismo, o de una fuerza espiritual interior, estábamos conectados, éramos dependientes y no libres. Y debido a que aún no había nacido, de un modo suficiente, el Yo personal e individual – con el cual te separas de los demás – este no jugaba ningún papel en la vida social.

La nueva Era

Lo que resulta tan especial acerca de nuestro siglo XXI, es el hecho de que todas las señales apuntan hacia el surgir de un nuevo mundo entre medias de este mundo antiguo, que se muere. Ese nuevo mundo se origina, no desde el fuera de nosotros mismos, sino desde la vida interior de nosotros, los seres humanos. Se deriva del núcleo divino que vive y actúa dentro de cada alma individual humana. Esto quiere decir que el desarrollo de cada individuo sobre la Tierra, es de la mayor importancia.

El nuevo camino se define por el hecho de que, nosotros como personas, cada vez estamos más dirigidos por la actividad auto-consciente de nuestro espíritu interior, en el modo en que sentimos, pensamos, actuamos y, aceptamos y soportamos, las responsabilidades. Esto crea, no sólo una conexión completamente nueva con uno mismo, sino también con otras personas, con el mundo, con la naturaleza y con Dios.

Tiempo de transición

Nuestro momento actual, está marcado por estos cambios colosales que están sucediendo tanto en los individuos, como en las relaciones entre personas. En este proceso de cambio, no sólo tratamos con el mundo antiguo y con el nuevo, sino también con la transición entre ellos. Este tiempo de transición, es la fuente de mucho caos y confusión. Las personas pierden su camino. La seguridad y el sentido de dirección que nos daba el mundo antiguo ya no funciona, y las fuerzas que el mundo nuevo trae, que nos guiarán desde el interior de un modo nuevo y libre, todavía están sin desarrollar.

Son estos tres elementos – la permanencia del mundo antiguo, los retos del mundo nuevo, y los síntomas de la transición entre el antiguo y el nuevo – los que nos hacen sentir inseguros, y los que nos encontramos en todos los aspectos de nuestra vida. Se pueden reconocer en las grandes preguntas con las que las personas luchan en el dominio de la política, la religión y la ciencia; pero también en la inquietud y el descontento que hay por todo el mundo, y en la búsqueda de nuevas formas y estructuras. También las encontramos en las muchas cuestiones y problemas que confrontamos en nuestras relaciones, en nuestras colaboraciones y en nuestros procesos personales.

Inmensidad y caos

Lo que, personalmente, me conmueve más profundamente es la inmensidad de la tarea a la que nos enfrentamos los humanos en esta era. Al mismo tiempo, estoy muy preocupada por el caos y los problemas que este periodo de transición causa en las personas y en las sociedades. Las personas se dan cuenta de que el mundo antiguo, que ofrecía una cierta sensación de seguridad, está desapareciendo y se lamentan por lo que se ha perdido. Sienten miedo e inseguridad. Porque, ¿a dónde nos guía todo esto??

Es importante que nos demos cuenta de que todos estos dramáticos cambios, están unidos indisolublemente, a nuestra evolución humana, y son parte de un proceso global, de avance cósmico. Es un proceso que ha estado ocurriendo durante muchos millones de años, y el que guía a la humanidad hacia adelante, paso a paso, en su viaje hacia niveles superiores de consciencia y existencia, aunque, a través de un intenso proceso de prueba-error.

Visión interior

Debo las visiones interiores descritas más arriba, a años de estudio del pensamiento esotérico, en particular de la Antroposofía, tanto como a mis observaciones de la vida diaria.

Posteriormente, he desarrollado la visión espiritual que he obtenido de esta manera, y que ahora aplico en mi trabajo.

Veo que las personas se reconocen a sí mismas en el proceso que describo, y que les ayuda a entender mejor sus vidas, a sí mismos, a sus relaciones y a los acontecimientos que ocurren en la sociedad. Les permite aceptar las cuestiones y las situaciones con las que se enfrentan. Además, llegan a entender qué necesitan para mantener el rumbo, a medida que se mueven hacia el futuro.

Considero mi propósito en la vida, y en mi trabajo, hacer que, el conocimiento y la visión interior que he obtenido, estén disponibles para tantas personas como sea posible.

 

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